viernes, 5 de julio de 2013

Cuando el forastero se sentó a mi lado

EL AMIGO


Pues verás, Douce, perrita, hoy he venido a tu casa (también mía) para contarte una anécdota que me/nos sucedió esta mañana. Había terminado donde tú sabes y me senté en la galería de la entrada (también de la salida) para revisar la prensa.

Me senté en un sillón,  al lado había una mesa pequeña. Por allí había un perrito que te hubiera gustado, la piel brillante, la cara viva, y sujeto con una correa muy larga que llegaba hasta la puerta. Me senté, vino hacia mí y de un salto se sentó en la mesa somo si quería  dar o tener compañía. Le acaricié y sin ningún con toda naturalidad se sentó en la mesa blanca, supongo que esperando su dueño o su dueña. Por el lugar donde estábamos me parecía que sería  más bien dueña.

Estuvimos un rato así, y como comprenderás en quién pensaba mientras le pasaba la mano por su piel negra y brillante. Pasaba el tiempo, su dueño/a no venía y yo tenía que dejarle. HabíaN transcurrido unos minutos, pero nos sentíamos como si nos conociéramos de siempre.

Sentí dejarle y pensé en ti. Cuando me levante se bajó de la mesa pero se quedó allí.

Esperaba a su dueña. (Sospecho que era una mujer a quien esperaba, tranquilo)



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