sábado, 24 de marzo de 2007

El otro Romero

Ayer por la tarde tuve una charla larga con mi amigo Romero, el burro malagueño. Me estuvo contando la apasionante historia de un colega suyo que se llama igual que él y que parece que está causando problemas a su dueño, el pastor Julio de la Losa que pastorea con él y con más de mil ovejas y corderos por la Casa de Campo de Madrid. Parece ser que a Gallardón no le gusta que el Romero madrileño o abulense se pasee con sus amigas las ovejas y su amo para regocijo de niños y papás. "Los niños están encantados. Los padres que vienen por la Casa de Campo dicen que da gusto, que para que los niños vean a ovejas y burros tienen que pagar en granjas escuela", dice Julio.

Me cuenta que cuando habla del tema, el bueno de su amo se muerde el labio inferior y mueve la cabeza como si no se lo creyera. El problema viene porque últimamente el Ayuntamiento de Madrid no le deja en paz y anda buscándole las cosquillas para rescindir el contrato que firmó con él para el aprovechamiento de los pastos de las laderas más verdes de la capital, una tradición que se mantiene desde hace décadas.

Según su sabiduría natural "las ovejas son ecológicas. Le dan abono a la hierba, y además, al comerla, disminuyen el combustible para posibles incendios", explica Julio, que se siente arropado. "Todos los días vienen los niños y personas mayores a tocar las ovejas. Y nunca he reprendido a nadie por ello. Los madrileños están conmigo, están orgullosos de las ovejas y el burro", subraya.

Nuestro buen amigo Romero, el madrileño, que acompaña al señor de la Losa por si hay que cargar con alguna oveja muerta o lisiada al parecer no está incluido en el contrato, por lo cual el buen hombre ha sido multado varias veces que ha pagado pastorilmente. Lo que el bueno de Julio no comprende es por qué dejan pasear a caballos. “¡Qué daño hace mi burro?, se pregunta. "Lo que tendrían que hacer es preocuparse por quitar la prostitución de aquí", dice con su lógica aplastante.

Y ahí hemos dejado a Romero, a Julio, a sus ovejas, corderos y a sus dos perros, preocupado, porque a pesar de limpiarle las hierbas al Ayuntamiento, abonarle la tierra y pagarle 48.000 euros por cuatro años, se teme que en cuanto logren echarle meterán unas máquinas para cortar la hierba “y sacarse las perras como en las obras, Si serán las mismas contratas y todo”.

Romero y yo nos hemos quedando filosofando de cómo el cochino dinero está acabando con todo lo que huele aún a natural para mayor provecho de los bolsillos de los espabilaos y sus amigos. ¡Humano mundo!
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"Bibliografía":-)
El burro Romero
Diario El Mundo

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