Pues no, no me parece una manera muy educada de marcharse este invierno. ¡Qué falta de seriedad y de coherencia!. O sea que nos engaña casi con tres meses de calores impropios de su nombre y ahora que se despide lo hace con malos modos.
Estoy que trino, aquí encerrada en casa, sin poder salir a la calle, porque a mí con este tiempo de humanos no me apetece salir. Tampoco me gusta que me pongan esos arrumacos que les ponen a algunos amigos míos, me parecen cursis, ridículos. Nosotros nacimos ya con nuestros abrigos y nuestros impermeables puestos y no necesitamos cursiladas de ésas.
Así que aquí me tienen, resignada. Esperando a que pase este señor enfurruñado que ha querido hacer honor a su nombre, ahora que se despide. Menos mal que, a pesar de todo , me tomo las cosas con filosofía perruna que al mal tiempo hay que ofrecerle la mejor de las caras. Volverá a reír la primavera... (Ufffff... ¡qué pecao he dicho! Si me oyen algunos, ya me cuelgan el sambenito)
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